Complejo deportivo en Torrejón de Ardoz, Madrid

Complejo deportivo en Torrejón de Ardoz

(Con Gonzalo García Rosales e Ignacio Martínez Ridruejo)


Unos campos de fútbol reglamentarios, con una edificación anexa, que incluía los vestuarios y diversos servicios definían una operación de cierre del parque deportivo Joaquin Blume. La edificación, que contaba con cinco vestuarios completos de equipo (además de cinco vestuarios individuales), almacenes, oficinas, aseos, enfermería, bar y otras estancias, se preveía para atender tambien otras instalaciones deportivas anexas, ya edificadas.
Unos muros —longitudinal y transversal— definen una serie de patios de diversa escala, a los que se van abriendo los distintos espacios, posibilitando una cierta privacidad de puertas abiertas. La secuencia de acceso prepara al jugador en un juego de gradientes y recorridos, que solo finalmente se abre al campo de juego.
Estructuralmente, el edificio se concibe como una gran cubierta metálica, ligera y ocasionalmente transparente, apoyada en una serie de muros de hormigón, un zócalo pétreo habitable, de carácter y estética duros, como lo es el deporte a que van destinados.

Sports Complex in Torrejon de Ardoz

(with Gonzalo García Rosales e Ignacio Martínez Ridruejo)


A set of Football fields with an attached building with its changing rooms and other facilities, delimited an enclosing operation for the broad ‘Joaquin Blume’ sports resort. The building’s program included five-full equipped 14-team changing rooms (plus five individual ch. rooms), storerooms, offices, toilettes, infirmary, bar and some other rooms; It was intended to serve not only the football fields but also some other nearby sport installations, already built.
A series of concrete walls —along and cross directions— define some courtyards, varied in scale and size, to which open different spaces, allowing a certain privacy, even while their doors are open. The access sequence prepares the player(s), introducing them into a set of gradients and paths that only at the end open themselves to the game field.
Structurally, the building is conceived as a broad metal roof, light and seldom transparent, leaned on a series of separated concrete walls which occasionally define cavities, an inhabited stone-plinth, hard and rough, just as the sport it serves.